Personas mayores y conducción

El conductor debe poder controlar su vehículo de forma que no genere un siniestro de tránsito. A medida que la persona envejece va perdiendo reflejos por lo que su velocidad de reacción es cada vez menor.

En nuestro país para aquellos que tengan entre 70 y 80 años las licencias de conducir categoría A, G1 y G2 para autos y motocicletas se les renovará por tres años o menos según la evaluación médica. A los 79 años se concederá con una vigencia de dos años, mientras que a partir de los 80 años se otorgará por un año. A su vez, después de los 75 años, para renovar la licencia de conducir categoría A, se deberá rendir examen práctico.

Según un estudio sobre conductores mayores, realizado por la Dirección General de Tránsito de España y la Universidad de Valencia, las funciones motoras, sensoriales y cognitivas se van reduciendo lo cual produce:

Dificultad en la colocación del espejo retrovisor mientras se gira la cabeza, o girarse para acoplarse el cinturón, debido al aumento del tiempo de reflejos y la rigidez de los músculos del cuello.

Reacción tardía al aplicar el sistema de frenado ante un obstáculo inesperado o no dar una respuesta rápida en situaciones de riesgo, debido al aumento del tiempo de reacción y previsión para responder.

Cansancio en viajes prolongados debido al aumento de la fatiga.

Dificultad en las intersecciones, en la incorporación a la circulación, en la entrada o salida de la plaza de aparcamiento, etc. debido a una menor flexibilidad para resolver situaciones nuevas o complejas.

Dificultad para distinguir bien el color de los semáforos o señales y detección tardía, problemas para conducir con poca luminosidad y conducción nocturna, así como mayor susceptibilidad al deslumbramiento.

Se debilita la percepción de distancias y empeora su estimación como, por ejemplo, verse en una situación peligrosa al conducir por una carretera de montaña estrecha.

Mayor fatiga visual ante maniobras que requieren cambios frecuentes en la dirección de la mirada y situaciones de saturación informativa debido a la disminución del campo de visión.

Si bien las nuevas tecnologías han permitido que el conductor tenga que realizar un menor esfuerzo para conducir, éste debería tomar ciertas precauciones para evitar un siniestro.  Evitar salir en las horas pico, no conducir de noche, parar de forma frecuente para descansar en viajes largos, viajar con un acompañante, pueden ser algunos de los consejos que faciliten la conducción del mayor. 

Los exámenes médicos realizados previamente permiten saber si la persona está apta para conducir o no. Si el cuerpo ya no permite al conductor tener el total control de su vehículo, éste deberá dejar de conducir.

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Personas mayores y conducción

El conductor debe poder controlar su vehículo de forma que no genere un siniestro de tránsito. A medida que la persona envejece va perdiendo reflejos por lo que su velocidad de reacción es cada vez menor.

En nuestro país para aquellos que tengan entre 70 y 80 años las licencias de conducir categoría A, G1 y G2 para autos y motocicletas se les renovará por tres años o menos según la evaluación médica. A los 79 años se concederá con una vigencia de dos años, mientras que a partir de los 80 años se otorgará por un año. A su vez, después de los 75 años, para renovar la licencia de conducir categoría A, se deberá rendir examen práctico.

Según un estudio sobre conductores mayores, realizado por la Dirección General de Tránsito de España y la Universidad de Valencia, las funciones motoras, sensoriales y cognitivas se van reduciendo lo cual produce:

Dificultad en la colocación del espejo retrovisor mientras se gira la cabeza, o girarse para acoplarse el cinturón, debido al aumento del tiempo de reflejos y la rigidez de los músculos del cuello.

Reacción tardía al aplicar el sistema de frenado ante un obstáculo inesperado o no dar una respuesta rápida en situaciones de riesgo, debido al aumento del tiempo de reacción y previsión para responder.

Cansancio en viajes prolongados debido al aumento de la fatiga.

Dificultad en las intersecciones, en la incorporación a la circulación, en la entrada o salida de la plaza de aparcamiento, etc. debido a una menor flexibilidad para resolver situaciones nuevas o complejas.

Dificultad para distinguir bien el color de los semáforos o señales y detección tardía, problemas para conducir con poca luminosidad y conducción nocturna, así como mayor susceptibilidad al deslumbramiento.

Se debilita la percepción de distancias y empeora su estimación como, por ejemplo, verse en una situación peligrosa al conducir por una carretera de montaña estrecha.

Mayor fatiga visual ante maniobras que requieren cambios frecuentes en la dirección de la mirada y situaciones de saturación informativa debido a la disminución del campo de visión.

Si bien las nuevas tecnologías han permitido que el conductor tenga que realizar un menor esfuerzo para conducir, éste debería tomar ciertas precauciones para evitar un siniestro.  Evitar salir en las horas pico, no conducir de noche, parar de forma frecuente para descansar en viajes largos, viajar con un acompañante, pueden ser algunos de los consejos que faciliten la conducción del mayor. 

Los exámenes médicos realizados previamente permiten saber si la persona está apta para conducir o no. Si el cuerpo ya no permite al conductor tener el total control de su vehículo, éste deberá dejar de conducir.

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